lunes, 25 de junio de 2007

Cada cual atiende su juego

Sería altamente improbable que un abogado cuestionara el diagnóstico de un súper-especialista en enfermedades oncológicas. O que un economista cuestionara detalles técnicos de la compra de un sofisticado sistema de radar de aviación.

En casi cada actividad humana, se reconoce la necesidad de conocimientos especiales a la hora de tomar decisiones, o incluso de opinar públicamente acerca de algún tema.

Por alguna extraña razón, en educación no es así. Y no porque no existan conocimientos especializados.

Sólo basta tener en cuenta lo necesario para abrir las puertas de una escuela, privada o pública para entenderlo. Los hay más que en ninguna otra actividad que se conozca. No es lo mismo saber de educación matemática que de educación en ciencias, en alfabetización temprana que en literatura universal para enseñanza media, en educación tecnológica para párvulos que en educación técnico-profesional, en pedagogía que en evaluación, en administración educativa que abordaje de niños con necesidades especiales, etc.

Sin embargo, sobre educación todo el mundo opina. Y con una sencillez y una simplicidad que asusta. Pero muy pocos saben cómo definir de manera más o menos operativa y útil aquello que quieren: educación de calidad.

Subir el SIMCE, dicen todos; mejorar las relaciones entre padres y colegio; gastar mejor la plata, sostienen otros; dar oportunidades de desarrollo a los niños menos favorecidos, repiten.

¿Pero alguien del coro tiene la menor idea acerca de cómo se hace eso? ¿Alguien del coro realmente sabe si es eso lo que hace falta?, y yendo un poco más allá, ¿saben si eso que quieren es posible?

En Chile, la agenda sobre los problemas educativos esta copada por el sentido común, que como todo científico sabrá, está lleno de clichés, de presunciones de aficionado, de expresiones de deseo, de creencias y de afirmaciones ideológicas sin mayores fundamentos.

Porque en Chile, este asunto como muchos otros, esta politizado. Y en este tema, como en muchos otros, los que de verdad saben del tema no quieren politizarse.

Porque los que de verdad están ocupados resolviéndolo, en terreno, o investigando, o no pueden decir todo lo que saben en los dos minutos y medio que los medios, los economistas, los políticos y el público en general le dedican al increíblemente complejo tema de mejorar la educación en las casi diez mil escuelas, y los casi 2000 liceos de todo el país.

Así que quizás, antes de correr a tomar decisiones de política educativa que garanticen esto o aseguren aquello, antes de poner en la picota al culpable de turno, o de acusar con el dedo a quien esté involucrado, quizás sería mejor realizar un serio intento por enriquecer la cultura educativa del país.

No con la ambición de que todo el mundo sepa de educación a la hora de hablar de ella.

Tan solo con la humilde pero sabia aspiración de que todo el mundo sepa lo que no sabe, al hablar de educación.

Tal vez, a partir de ahí podremos escuchar a los que sí saben, para que cada uno haga mejor aquello para lo que esté preparado.

¿Le parece?

1 comentario:

poner otro dato dijo...

Así se va llenando nuestro blog. Y así te avisarían cuando alguien te dejara un comentario.
Velo en http://todoseducamos.blogspot.com